mis pies en ti fueron pequeños,
tu sol no quemó mi piel,
sonreí con los tonos de tus gaviotas
y mis manos, de mares, se hallaban llenas.
tus mares,
tan honestos
tan sinceros,
de arena entre
blanco y rosa.
tus mares
de amistad
y silencio,
rociaban la tarde
de sal espumosa.
mis ojos pusieron
su primer atardecer en tu cielo,
tu cielo puso su tarde roja de siempre
para mi tiempo primero,
y creo que entonces me hiciste feliz,
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